Un grupo de investigadores de la universidad de Tufts, en EE.UU., desarrolló una venda inteligente: integra sensores y circuitos flexibles, se aplica sobre la piel, y monitorea en forma constante la temperatura y el pH (la acidez) de la herida. Dependiendo de los cambios en estos valores (si se inflama, etcétera), evalúa en forma automática qué hace falta, y aplica el medicamento necesario según las indicaciones previas del médico.
Los medicamentos pueden estar contenidos en un hidrogel termosensible; la propia venda tiene un sistema capaz de liberar esas drogas directamente sobre la herida, controlando además las cantidades.
Esta venda incluso tiene un transmisor Bluetooth para ir reportando la evolución de la herida a un dispositivo remoto, como un smartphone.
Las heridas crónicas por quemaduras o úlceras en la piel por diabetes son una de las principales causas de amputaciones fuera de un conflicto bélico, afirma uno de los autores del desarrollo, Sameer Sonkusale, citado en la revista Small, donde publicaron su estudio. Este tipo de vendas permitiría acelerar el tiempo que le toma cicatrizar, gracias a su capacidad para aplicar las drogas necesarias en el momento justo.
Según los investigadores, comenzarán a probarlo en animales pequeños en breve.