Durmiendo con el enemigo. Esta vez no fue el “maldito estado represor”
Amet Samayoa Arce/Ultimátum
Los niveles de locura “democrática” de la Mactumactzá estalló en un hecho de sangre que no se puede ocultar ni tolerar.
Nadie llegó de afuera para afectar o violentar el “territorio” escolar de los estudiantes de la escuela normal rural Mactumactzá. Fue desde sus mismas entrañas que surgió la violencia que acabó con la vida de un estudiante.
Los actores intelectuales y materiales de un asesinato de un estudiante fue perpetrado por colegas y simpatizantes “de lucha” de la propia escuela.
Los asesinos estaban y están adentro. Nadie forzó las rejas o se saltó la tranca. La violencia se planeó desde adentro y todos los implicados tienen nombre y apellido (y matrícula) y es la hora que están siendo tolerados.
Esta vez no fue el “maldito Estado represor”. Esta vez no se puede usar de pretexto el discurso “combativo” de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa.
La limitada versión de los propios agresores y sus simpatizantes externos, no justifica, ni tantito, la muerte de un estudiante y la gravedad de dos más que se siguen debatiendo entre la vida y la muerte.
Ninguna “lucha democrática” genuina en el mundo esconde una muerte atrás de su bandera libertaria y de sus pilares retóricos y discursivos.
Ni sus más acérrimos simpatizantes ayudan a escapar de la cárcel a los responsables como “el coordinador del Consejo Central de Lucha (CCL) de la Sección VII del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en la región Altos, Stalin Hernández Arrazate, quien se atrevió a considerar que la muerte de un alumno de nuevo ingreso de la Normal Mactumactzá, José Luis Hernández Espinosa, originario de Venustiano Carranza, es un tema que se debe resolver al interior de la institución, “y no debe aplicarse el Estado de derecho”.
Es una locura. Cuando no hay formación intelectual por la vía de la academia y sólo emoción estúpida, se llega a estos niveles de pronunciamientos que resultan insultante a los familiares de las víctimas.
No fue un hecho “accidental” , sino perfectamente planeado para infringir una agresión disfrazada de “bienvenida” a los novatos estudiantes.
El auto gobierno de la Mactumactzá, nacido y crecido al amparo de la tolerancia del director Conrado Borráz , es ya inadmisible como torpe de parte de las autoridades competentes.
Simplemente no puede existir un “gobierno” sobre otro gobierno. El “auto gobierno” de la Mactumactzá es un fracaso que ahora salta a la verdad pública pero que ya existía y se toleraba con aplausos.
Claramente no hay ningún plan contra la Mactumactzá. Ya no se puede ocultar la verdad de un hecho puntual y concreto. Hubo un asesinato. Se les pasó la mano. Pero es una verdad que se debe asumir y castigar. Si hoy se deja pasar esto, habrá una herida que jamás va cerrar. La muerte de un estudiante de manos de otro estudiante de la Mactumatzá es igual y vale lo mismo que un estudiante asesinado y desaparecido de Ayotzinapa. ¿No vale la vida del estudiante asesinando en la Mactumactzá?
Lo último que se sabe del caso es que la mañana de este jueves, fue llamado a declarar el director de la Escuela Normal Rural Mactumactzá, Conrado Borráz.
Tras su declaración de los hechos como responsable de tolerar esas novatadas, también se le fue entregada una docena de citatorios a los alumnos implicados en la agresión que terminó con la muerte de un estudiante.
Es la procuración de justicia que tiene la gran responsabilidad histórica de investigar minuciosamente el expediente, cuidando el margen político que quieren vender los agresores y sus “simpatizantes “.
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