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Solo para enterados

19 Jul 2018 Opiniones Deja un comentario

*María y Aníbal
*Los 50 puntos de AMLO

Hubert Ochoa/Ultimátum

Es el verano de 1995:
Diminuta ella –de no más de 1.60 metros de estatura-, casi escuálida, ojos pequeños color negro un tanto saltones, pelo lacio que le cae hasta los hombros, María era una muchacha alegre que nació en Frontera Comalapa, pero a los 13 años llegó a la capital para radicar junto a sus padres en la colonia Patria Nueva, un suburbio localizado en el lado oriente de Tuxtla Gutiérrez y reinado de malandrines.
Techo de teja de cartón, paredes de madera derruida cuyas rendijas se cubren con débil plástico, la casa de María y de sus padres se halla en lo más alto de la colonia.
La vida de María fue feliz en medio de la pobreza. Cursó hasta cuarto año de primaria. Hoy ya no va a la escuela porque se queda al trajín del hogar, a los quehaceres que comanda la madre para mantener al jefe del clan y a los dos hijos, uno mayor y otro menor que María.
A los quince años María conoció a Aníbal, amigo de Sebastián, el hermano mayor. Ayudante de albañil, Aníbal empezó a llegar frecuentemente a la choza de María hasta que entre ambos se inició un tórrido flirt que a los tres meses terminó en una boda a la que sólo asistieron las familias de los contrayentes.
“El casado casa quiere”, dijeron los padres a María y a las pocas semanas de la boda se dieron a la tarea de emprender la construcción de un cuarto de piedra y légamo en donde viviría la pareja de recién desposados.
Cuando María empezó a tratar a Aníbal ignoraba los defectos de éste. Enamorada como Penélope de Ulises, Eva Braun de Hitler o Sofía de Tolstoi, sólo veía en él virtudes y pensaba que era toda su felicidad, su mundo.
Decía estar dispuesta a compartir y a edificar una vida con él. María y Aníbal procrearon a Sebastián, el escuincle llamado así en honor al padre de ella y del hermano.

PRIMERAS BOFETADAS

Las primeras bofetadas vinieron porque Aníbal llegaba ebrio, por lo regular todos los sábados. Los gritos. Los insultos y las mentadas de madre. “Va a cambiar”, decía ella envuelta en una esperanza surrealista y secuestrada por el amor que sentía por ese hombre también de inocultables rasgos nativos.
Uno de esos sábados Aníbal regresó muy tarde al jacal. Cuentan que cobró su raya de la semana (ese método que si bien se inició en el porfiriato persiste hasta nuestros días) y se fue con un grupo de amigos y compañeros de trabajo a la jarana.
Aníbal llegó poco después de las once de la noche muy ebrio, con las características propias y convincentes del borracho: alteración del lenguaje, alteración del pensamiento, alteración del afecto, alteración de la percepción, alteración de la memoria, alteración de la conciencia, alteración de la cognación. Ya era un ser irracional.
Pidió de cenar a María. María llenó un plato de frijoles que colocó en la rancia y desvencijada mesa de madera que usaban de comedor, colocada en el centro de la cabaña.
Aníbal se sentó en una vejestoria silla estacionada frente a la mesa. Ya sin camisa, tomó el plato de frijoles y lo lanzó sobre el rostro de María. “Esto no es comida; es desperdicio para los cerdos”, le reprochó iracundo, con ojos demoníacos.
-Si quieres comer sabroso, dame dinero, le respondió María con una cara ensimismada por el miedo y manchada por los residuos del alimento.
Aníbal ya no articuló palabra. Se abalanzó sobre ella. La tomó de los cabellos. La tiró al piso y allí le propinó una golpiza salvaje. Le cerró un ojo a golpes. Le amorató el rostro y los brazos. De la boca María emanaba borbotones de sangre.
Cuando Aníbal observó el horrendo crimen levantó del piso a María y le pidió perdón.
-Mamita dame de comer y ya perdóname, le dijo.
-Sí gordo chulo, no te preocupes, contestó ella. Pero ya no me vuelvas a pegar, suplicó mientras se secaba las lágrimas y la sangre que le produjeron los violentos puñetazos.
María puso un nuevo plato de frijoles en la descalabrada mesa. Y le preguntó a Aníbal si quería una cerveza para ir a fiarla a la tienda de la esquina. Él le respondió que sí con un cariño celestial, lleno de arrepentimiento.
Y todavía le dijo: Te quiero mucho flaca.
María salió de la casa. Llegó a la tienda de la esquina soslayando las miradas inquisitorias, las murmuraciones y la compasión de unos vecinos prestos al correveidile. “Pueblo chico, infierno grande”, se dice popularmente.
Pero María no compró cervezas sino gasolina. Al volver a la casa Aníbal ya estaba dormido. María se percató de ello. Para estar segura movió el cuerpo de Aníbal que reposaba exánime, inmóvil, en la cama destartalada que compartían desde que casaron entre arrumacos y promesas de amor eterno.
María roció sobre el cuerpo sosegado de Aníbal toda la gasolina que llevaba en tres envases de caguama. Arrojó sobre él un cerrillo encendido y aquélla historia de amor terminó en un espantoso asesinato que conmocionó a toda Patria Nueva.
María huyó llevando en brazos, cercado en un rebozo artesanal de vistosos colores, a Sebastián. Desde ese verano de 1995 nada se sabe de ella.

UNA DE CAL

La reacción de María es, quizá, una de cal por tantas de arena. Sólo de enero a marzo de 2018 en Chiapas hubo 18 expedientes criminales contra mujeres, a pesar de que en noviembre de 2016 se emitió la alerta de violencia de género.
Pero, ¿todas las muertes deben clasificarse como feminicidios? No, desde luego, aunque hay quienes se oponen. Un feminicidio debe estar relacionado con violencia intrafamiliar u ocurrir dentro del hogar, por ejemplo.
Una chica fue asesinada en un asalto a sangre y fuego, ¿cómo debe considerarse eso?
La conclusión es que el gobierno entrante debe ensanchar y fortalecer políticas públicas para garantizar el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, provenga de donde provenga.
Nadie quiere más casos como el de María y Aníbal.

NORTES

¿Será cierto que valió chetos la austeridad republicana? Sólo en financiamiento público, MORENA recibirá mil 500 millones de pesos. Y reprocharles es tanto como ofender a la virgencita de Guadalupe. En los 50 puntos de acritud y anticorrupción, AMLO no plantea bajar la lana a los partidos políticos…ES TODO.

hubert8a@gmail.com
(Twitter: @huberochoa)

2018-07-19
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