IMSS: 100 años en transparencia
Zoé Robledo/Milenio/Ultimátum
En el ensayo de Pierre Manent, La Tragedia de la República: la decadencia de la cultura política en occidente (2017), el filósofo francés dice que el principal problema que enfrentan las democracias es que sus habitantes no quieren ser comandados. Ignorar a los gobiernos es su nueva convicción.
En 2015 nuestro país vivía una de las peores crisis de autoridad. Yo era entonces Senador por Chiapas. Y era común escuchar: ¡Que se vayan todos! Un mundo sin políticos como solución a los problemas. Yo no pienso de esa manera, sigo convencido en lo digno, honroso y hasta poético del oficio político. Pero había que reconocer que quienes hacían política con dinero y dinero con la política, habían dañado sus fuentes de credibilidad y que era necesario un acto radical para desmarcarse.
Así nació la iniciativa el 3 de 3, como un acto de transparencia para demostrar que había otras motivaciones para estar en el servicio público. Antes de que fuera ley, fui el primer político mexicano en hacer públicas, de manera voluntaria, mis 3 declaraciones: patrimonial, fiscal y de intereses. La acción se convirtió en una causa apoyada por un grupo plural de ciudadanos que juntaron 643 mil firmas para presentarla como iniciativa ciudadana. Una versión de ella se convirtió en Ley en julio del 2016. A partir de entonces todos los funcionarios públicos, sin excepción deben presentar obligatoriamente 2 de esas 3 declaraciones: la patrimonial y la de intereses.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha enseñado que para tener autoridad política, hay que tener autoridad moral. Yo estoy convencido que no hay mayor fuente de legitimidad que la honestidad, y que una forma de validarla es con transparencia y rendición de cuentas. Quién nada teme, nada debe esconder.
Lo que nunca imaginé siendo Senador es que estaría al frente de una de las instituciones públicas con el mayor número de sujetos obligados en materia de transparencia: El IMSS. Un total de 475,495 servidores públicos que representan el 32% del total de la administración pública federal (ahí es cuando uno se da cuenta del abismo entre legislar y hacer que las cosas ocurran en la realidad).
Este número cercano al medio millón de personas, tiene además otras características que incrementan la complejidad: la diversidad de profesiones del personal; la dispersión de unidades donde laboran: un total de 8,312 unidades entre hospitales, unidades de medicina familiar, guarderías, oficinas administrativas, subdelegaciones o unidades deportivas.
Y una cosa más: Cumplir durante un periodo de pandemia, cuando la carga de trabajo se incrementa. El reto era grande. Pero se hizo la hazaña: Cumplieron todas y todos. Lo mismo quienes están en el Centro Médico Nacional Siglo XXI que el que labora en la Unidad Médica Rural de Palmar Grande en Chiapas.
Y cuando digo todas y todos, es así: el 100%. Así lo reconoció la Secretaría de la Función Pública el 20 de julio, cuando nos entregó, junto al Sindicato Nacional de Trabajadores del Instituto Mexicano del Seguro Social, un reconocimiento por haber sido la única institución donde la totalidad de quienes tenían que rendir cuentas lo hicieron. Ejemplares en la atención de la pandemia y también en el cumplimiento de esta importante obligación.
Mientras escribo: El sueño en salud al que nos ha convocado el Presidente López Obrador se hace realidad. El pasado 23 de julio desde el Hospital de IMSS Bienestar en Rosamorada, Nayarit, quedó claro que hay plan y rumbo. El plan es la transformación y el rumbo: el porvenir.