Una de las regiones con un elevado número de parteras es los Altos, donde la mayoría de ellas no son capacitadas
Crhistian González/Ultimátum
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La partería en Chiapas, pero sobre todo en ciudades como Tuxtla Gutiérrez, ha sufrido el desinterés por parte de las autoridades en materia de salud, lo que ha generado que la mayor parte de las personas que se dedican a este oficio, no estén capacitadas o que incluso laboren en la clandestinidad.
Así lo manifiesta en entrevista exclusiva Annie Elizabeth Cáceres Solórzano, quien desde hace más de cuatro décadas ha recibido en este mundo a cerca de 10 mil recién nacidos, es decir que atiende un promedio de 220 partos anuales, lo que la convierte en una de las parteras certificadas con más alto reconocimiento en la entidad.
Heredado de sus abuelas y de su propia mamá, aprendió el oficio con el que ha atendido a cientos de señoras que solicitan sus servicios, sobre todo aquéllas que “huyen” de los médicos que solo les quieren hacer cesárea, “y nosotros trabajamos el parto normal, humanizado, de atenderlas y que ellas se sientan tranquilas”.
Sabe que entre mujeres “nos entendemos, porque quienes hemos parido entendemos a la parturienta, al dar a luz, y eso es algo muy bonito, el recibir una vida, el tener a un niño en las manos, es algo que nos enorgullece, porque es una vida que está bajo nuestra responsabilidad, y por eso trato de que salga todo lo mejor posible”.
Aunque le hubiera gustado estudiar una carrera profesional, como Medicina, las condiciones de pobreza la orillaron a dedicarse “de lleno” a la partería, e inclusive recibió cursos “amplios” por parte del mismo Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), “era todo el día, como un médico”.
PARTERAS “AL VAPOR”
Para ella, advirtió, uno de los graves problemas en la actualidad es el alto número de personas, sobre todo mujeres, que se dedican a la partería, pero sin capacitación e inclusive en la clandestinidad, “y ahí siento que se ha perdido un poquito la confianza” de la sociedad.
Lo que genera esa situación, agrega la originaria de Simojovel, la “tierra del ámbar”, es que se cometan una serie de errores y se ponga en peligro a las vidas no solo de las embarazadas, sino las de sus bebés, “porque el daño es irreversible”.
Para ella, es lamentable que la partería esté en uno de sus “momentos más difíciles” por falta de apoyo del gobierno, pues antes, recuerda que sí las respaldaban con algunos cursos, “el Seguro Social, la misma Secretaría de Salubridad, pero ahorita ya no hay nada”.
Tanto ha sido el desdén de las autoridades que esas capacitaciones se dejaron de hacer, al menos en esta ciudad capital, desde el gobierno municipal de Francisco Rojas Toledo, hoy regidor, “nos apoyaba mucho, tal vez porque era médico, y todavía cuando estuvo Juan Sabines nos apoyó, nos dio teléfonos como parte de un programa llamado ‘Partera emergente’, pero de ahí se acabó”.
De hecho, reitera que hay muchas personas que carecen de la capacidad para efectuar un parto, “y dicen que son parteras porque vieron un parto, pero de ahí se desencadenan los problemas, porque no saben qué hacer, y más si se complica la situación”.
En su caso, afirma que a lo largo del tiempo ha recibido capacitaciones constantes para otorgar una mejor atención a las pacientes, lo que se comprueba con más de una decena de reconocimientos colocados en las paredes de su centro de atención, ubicado en Calzada Samuel León Brindis y Libramiento Sur, en el número 2064; “por eso pido que de nueva cuenta las autoridades nos volteen a ver, porque ha habido muchas muertes por malas prácticas”.
Una de las regiones con un elevado número de parteras es los Altos, donde la mayoría de ellas no son capacitadas, “ya sea también por sus creencias, por sus usos y costumbres, ellas no permiten que la señora se pueda ‘tactear’, o podamos checar cómo viene el bebé, en qué posición, entonces por eso se cometen los errores”, revela.
Explicó que en algunas ocasiones el embarazo “viene mal acomodado” y esas parteras no hacen bien su labor, por lo que fuerzan a la paciente y de ahí “desembocan” los errores y por ende los decesos.
“Te puedo decir que solo en Tuxtla hay más de 500 parteras, pero no están capacitadas, entonces ese es el problema que hay porque el trabajo no se hace como debería”, confiesa Annie, quien muestra una “fila” de libros en donde conserva los nombres de todas sus pacientes y de sus hijos.
Especifica que gran parte de esas parteras se ubica en colonias de la periferia de la ciudad, como Patria Nueva, Kilómetro 4, entre otras, “antes en el IMSS éramos como 200 capacitadas, y ahorita solo quedamos como siete”.
En el caso de los abortos, externa su rechazo a los mismos, “para mí es malo, aquí no ejercemos nada de eso, y cuando hay problemas, como dije, las mandamos al hospital”.
EVITA LA EPISIOTOMÍA
Para ella, dice, lo mejor es evitarle a la mujer el mayor sufrimiento posible, y por eso no incurre en la episiotomía, un corte vaginal que realizan los médicos al momento del parto, es decir para que el bebé salga más rápido. “Lo sé hacer, pero no lo hago, porque como mujer es algo traumático, no puedo lastimar a mi compañera”.
En cambio, refiere que hace otras maniobras para ayudarles para que el bebé nazca pero sin lastimar a la paciente, “y eso es lo que nos ayuda, porque la mujer te pregunta: ‘¿Corta?’ ahora, si el bebé te rasga, sí suturamos, solo en ese caso; y aquí lo bonito es que la señora a las dos horas ya está caminando tranquilamente”.
Debido a las buenas prácticas, Annie Cáceres asegura que nunca ha tenido complicaciones con las embarazadas, y en los casos en los que observa algo anormal, de inmediato los canaliza a hospitales o clínicas especializadas. 
Por ello, desea que más parteras se capaciten, como ahora sucede con una de sus hijas y una nieta que decidieron seguir sus pasos en la partería, oficio que, acepta, es el mejor del mundo.
Ante el panorama de pérdida de confianza por parte de la población, pide a las autoridades ponerles atención: “Que sigan las capacitaciones y así evitar tantos problemas con las parturientas, y que nosotras aprendamos cosas nuevas, o al menos no olvidarnos de lo aprendido”.
