Ya es oficial el Oppo Find X, el smartphone que busca poner de moda los sliders, aquellos teléfonos que tenían una pantalla que se deslizaba para revelar un teclado y así lograr un dispositivo más compacto. Y que cayeron en desuso con la desaparición de los teclados físicos. Pero ahora la competencia va por otro lado: reducir los bordes de la pantalla a su máxima expresión, y liberarlos de cualquier otro elemento (botones, sensores, cámaras), una tendencia que hizo popular el Xiaomi Mi Mix, siguiendo algunos modelos Aquos de Sharp.
En este caso, para lograr que el teléfono sea “todo pantalla”, Oppo encontró una solución más cercana a la del reciente Vivo Nex, que tiene una cámara frontal tipo periscopio, y está pensada para liberar el frente del equipo sin romper con las líneas rectas de la pantalla: no hay muescas, ni pestañas, ni curvas (salvo en las esquinas). Es un gran rectángulo de pantalla, y nada más.
Con un gesto sobre ella, un motor hace emerger la parte superior del teléfono, donde se esconde la cámara frontal de 25 megapixeles y el sensor 3D de rostros, que habilita el uso del teléfono al identificar al usuario. No tiene sensor de huella digital, ya que apela a un sistema similar al del iPhone X (un láser ilumina la cara del usuario y mide su contorno 3D). Pero motorizado.
Es una elección interesante por lo que permite: una pantalla de 6,4 pulgadas (Full HD+) sin muescas, sin agujeros, sin copiarle el diseño de nada a nadie. El 93,8% del frente del teléfono lo ocupa la pantalla, algo inédito hasta ahora. Es, también, una gran incógnita: la cámara y la identificación biométrica dependen de un motor.
Se supone que el motor del Oppo Find X está preparado para 300.000 movimientos, pero ¿qué pasará con el polvo? ¿Qué impacto tiene en la batería (mover una pieza, por liviana que sea, no es lo mismo que activar un sensor)? ¿Podré acceder a mi teléfono y sacarme una selfie con poca batería?
En su defensa, le podemos dar el beneficio de la duda y calcular que esta compañía, uno de los seis mayores fabricantes de smartphones del mundo, contempló estos problemas futuros. Y la forma en que se activa el motor, con un simple gesto en pantalla, es impresionante y muy veloz: medio segundo, según el cronómetro, para identificar el usuario o estar lista para tomar una foto, es decir, no impone un tiempo de espera adicional al usuario (no, al menos, uno que sea perceptible a primera mano).
No tan feliz es el hecho de que este motor deba servir también para hacer aparecer la doble cámara trasera de 20 y 16 megapixeles, con estabilización óptica y grabación en 4K. No había necesidad. El vaso medio lleno: cuando está guardada, la cámara queda protegida.
El resto del hardware es el clásico para la alta gama de Android este año: emojis animados (aunque con más precisión que los de Samsung, y cercana a los del iPhone X, gracias al sistema de identificación facial que mide 15 mil puntos en el rostro del usuario) y fotos en modo retrato con el fondo desenfocado, el rostro iluminado de varias maneras, etcétera.
También, un hardware de primer nivel: chip Qualcomm Snapdragon 845, 8 GB de RAM, 256 GB de almacenamiento interno, y una batería de 3750 mAh con carga ultra rápida, además de Bluetooth 5, conector USB-C, etcétera. Vidrio frontal y trasero con bordes curvos, y un precio de unos mil euros al momento de su presentación en París. También tendrá una versión diseñada por Lamborghini a 1699 euros. Estará disponible a partir de agosto en Europa.