Tres de los hombres más influyentes del mundo financiero a nivel global hablaron en la semana reciente acerca de las amenazas que se ciernen sobre la economía mundial, especialmente la norteamericana y, por ende, sobre México. Jamie Dimon encabeza desde hace más de 16 años JP Morgan, hoy es el banco más grande de Estados Unidos. Esta institución tiene 3.7 billones (trillions) de dólares en activos y obtuvo ingresos el año pasado por más de 121 mil millones de dólares.
Estas cifras dan idea de la dimensión que tiene. Dimon señaló hace un mes que había nubes de tormenta en el horizonte y que la economía de Estados Unidos solo tenía 33 por ciento de posibilidades de evitar una recesión. Ahora, en una conferencia con inversionistas realizada la semana pasada ya habló solo de tormenta sino de un huracán. “Ahora mismo el tiempo es soleado. Las cosas van bien. Todo el mundo piensa que la FED puede manejar esto.
Ese huracán está allí afuera viniendo hacia nosotros. Solo que no sabemos si es uno pequeño o la supertormenta ‘Sandy’”, dijo Dimon. Y aconsejó a su audiencia prepararse para las turbulencias. John Waldron encabeza desde hace casi 4 años Goldman Sachs. Esta institución maneja activos por poco más de 1 billón de dólares y es uno de las de mayor tradición en Estados Unidos pues fue fundada por Marcus Goldman en 1869.
Ha resistido decenas de crisis y recesiones. Waldron dijo lo siguiente la semana pasada al caracterizar la situación económica y financiera en el mundo: “Este es uno de los entornos más dinámicos y complejos, si no el que más, que he visto en mi carrera. La confluencia de shocks no tiene precedentes”. Más adelante señaló que hay que esperar tiempos económicos más difíciles. Larry Fink ha encabezado BlackRock, la firma de administración de fondos más grande del mundo, desde que se fundó en 1992.
Es uno de los hombres más influyentes del orbe en el ámbito financiero. BlackRock administró el año pasado fondos por poco más de 10 billones de dólares, lo que da una idea de su magnitud. En una entrevista con Bloomberg, Fink puso énfasis en la persistencia de la inflación. Señaló que los problemas de la cadena de suministros pueden conducir a que la inflación se mantenga elevada por varios años. Y, si el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell dijo recientemente que habrá tasas elevadas hasta que se controle la inflación, ya puede anticipar entonces que pudiéramos tener dinero caro por mucho tiempo. Y eso, muy probablemente signifique recesión.
De hecho, las discusiones en el mundo económico ya tienen que ver más con la fecha en la que la recesión comenzará y con la profundidad que tendrá más que con la posibilidad de que ocurra, lo que muchos ya dan por descontado. En la edición de The Economist que circula esta semana, uno de los artículos principales se dedica a discutir la profundidad de una posible recesión, y sobre la base de diversos indicadores, llega a la conclusión de que sería relativamente suave. Ojalá sea así. Lo que es un hecho es que estamos en un terreno incierto.
Hay mucha incertidumbre en el entorno económico. No sabemos qué pasará con la guerra en Ucrania. Tampoco tenemos claro cuál será el futuro de la relación entre Estados Unidos y China. Desconocemos cómo vaya a reaccionar la economía ante el alza de las tasas de interés. Sigue la incógnita de la política de “cero covid” de China y cuántos confinamientos más habrá de producir. Tampoco tenemos idea clara del impacto del cambio climático en el corto plazo. Y menos aún de los impactos que traerán consigo las disrupciones tecnológicas. Y, por si algo faltara, en caso de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca en el 2024, también desconocemos cuál será el impacto de una visión al estilo “America first”, en la principal economía del mundo. Son demasiadas incógnitas y no hay manera de resolver la ecuación. Más bien hay muchas soluciones, desde las más benignas hasta las más catastróficas. Ese es el mundo que nos ha tocado vivir. Y en medio de todo ello, hoy tenemos elecciones en seis estados. Suerte.