Miembros de Protección Civil, bomberos, policías y sociedad civil trabajan hombro a hombro en las zonas donde hubo derrumbes en la Ciudad de México.
Policías, bomberos y civiles buscaban desesperados el miércoles entre los escombros de escuelas y viviendas a sobrevivientes del sismo más mortal en México en tres décadas, mientras la cifra total de muertos crecía a 217.
Para añadir angustia el temblor de magnitud 7.1 del martes ocurrió en el 32º aniversario del de 1985 que dejó miles de fallecidos en la capital y poco después de un simulacro nacional para recordar aquel sismo.
Los esfuerzos más desesperados eran en una escuela primaria y secundaria del sur de la Ciudad de México, donde un ala del edificio de tres pisos se derrumbó dejando una montaña de losas de concreto. En el lugar los periodistas vieron a personal de rescate sacando al menos dos pequeños cuerpos cubiertos por sábanas de entre los escombros.
El doctor Pedro Serrano, voluntario en el lugar, logró colarse entre los huecos de la inestable pila de escombros que había sido la Escuela Enrique Rebsamen. Llegó hasta un aula, pero encontró a todos sus ocupantes muertos.
“Logramos entrar a un salón colapsado, vimos unos sillones, una mesas de madera, y de allí lo primero que encontramos fue una pierna. De allí empezamos a mover escombros y encontramos una niña y dos adultos, una mujer y un masculino”, dijo.
“Oímos uno poco de ruido pero no sabemos si viene de arriba o abajo, de las paredes de arriba o alguien pidiendo ayuda abajo”, agregó.
Voluntarios del vecindario, policías y bomberos utilizaban perros entrenados y sus manos desnudas para buscar entre los escombros de la escuela. Entre una multitud de padres angustiados circulaban las noticias de que dos familias habían recibido mensajes de texto de dos niñas atrapadas en el interior, pero esto no pudo confirmarse.
Los rescatistas tuvieron que apalancar las losas de concreto caídas con vigas de madera para evitar que siguieran derrumbándose y bloquearan cualquier pequeño resquicio de aire que quedara.
En un mensaje de video difundido el martes por la noche, Peña Nieto hizo un llamado a la calma y dijo que las autoridades trabajaban para llevar ayuda, señalando que 40% de la Ciudad de México y 60% del cercano estado de Morelos se habían quedado sin electricidad.
Para la mañana de este miércoles se restablecía en muchas zonas el servicio de electricidad, que en muchos casos se interrumpió a propósito para evitar daños tras posibles fugas de gas.
Sin embargo, señaló, “la prioridad en este momento es continuar el rescate de quienes aún se encuentran atrapados y dar atención médica a los heridos”.
En todo el centro del país la gente acudió para ayudar a sus vecinos cuando decenas de edificios se vinieron abajo. El jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, dijo que había 44 derrumbes sólo en la capital mexicana, después de que el temblor remeciera los rascacielos e hiciera que miles de personas salieran en pánico a las calles.
Largas filas de voluntarios pasaban restos de mano en mano en una planta textil derrumbada donde murieron varias personas. Cuando fue rescatada una persona con vida rompieron en gritos de “¡Sí se puede!”.
Carlos Mendoza, de 30 años, ayudó a remover escombros y auxiliar en el rescate de víctimas en uno de los edificios caídos en la colonia Roma. Cubierto de polvo, dijo que llevaba tres horas trabajando y había logrado sacar a dos personas vivas del derrumbe. “Al ver esto, venimos a ayudar. Está fea, muy fea… Es muy triste, alarmante”.
Unas calles más allá, Alma González estaba en su departamento cuando el terremoto colapsó el piso más bajo de su edificio. Sus vecinos la ayudaron montando una escalera en el techo para que pudiera salir a través de una ventana.
El coordinador nacional de Protección Civil, Luis Felipe Puente, publicó esta mañana en su cuenta de Twitter una cifra revisada de 225 muertos confirmados.
Al menos 94 personas murieron en Ciudad de México, 71 en el estado de Morelos, 43 en Puebla, 12 en el estado de México que rodea la capital, cuatro en Guerrero y uno en Oaxaca.
En el lugar de un apartamento derruido en Ciudad de México los rescatistas trabajaban sobre una pila de restos de tres pisos de altura formando una cadena humana que se extendía cuatro cuadras para retirar los fragmentos.
A lo largo del día los rescatistas sacaron a personas cubiertas de polvo, algunas apenas conscientes y otras heridas de gravedad, de unas tres docenas de inmuebles derruidos. Utilizaron carros de un supermercado cercano para llevar agua a la zona de rescate y retirar escombros.
Al caer la noche se colocaron grandes focos de luz en las zonas de recuperación, pero trabajadores y voluntarios pidieron luces frontales.
En el lugar donde colapsó un edificio de oficinas de seis plantas en la capital, las hermanas Cristina y Victoria López Torres formaban parte de una cadena humana para llevar agua.
“Creo que es instinto humano lo que nos impulsa a todos a venir a ayudar a los demás”, dijo Cristina López.
“Somos jóvenes, no vivimos el 85, pero sabemos que es importante salir a la calle a ayudar”, agregó su hermana.
Ricardo Ibarra, de 48 años, sí recordaba el sismo de 1985 y dijo que no había visto nada igual hasta ahora.
Vestido con un brillante chaleco naranja y cargando una mochila con una bolsa de dormir, dijo que él y sus amigos sólo querían ayudar.
“Ahora la gente es muy sensible porque precisamente hoy se cumple el 32do aniversario de una tragedia”, dijo.
También se derrumbaron edificios en el estado de Morelos, incluidos el ayuntamiento y una iglesia local en Jojutla, cerca del epicentro. Una docena de personas murió en Jojutla.
Parte de una escuela secundaria local, el Instituto Morelos, se derrumbó, pero la directora del centro, Adelina Anzures, dijo que el simulacro organizado por la mañana había venido bien.
Cuando llegó el sismo, agregó Anzures, niños y profesores salieron con rapidez y nadie resultó herido.
El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) reportó que el sismo registrado a las 13:14 local tuvo una magnitud de 7.1 grados y que el epicentro se ubicó cinco kilómetros al noreste de la localidad de Raboso, en el estado de Puebla. El movimiento tuvo 51 kilómetros de profundidad.
Buena parte de la Ciudad de México se alza sobre el lecho de una antigua laguna y el terreno puede amplificar los efectos de los temblores centrados a cientos de kilómetros.
El terremoto parecía no relacionado con el temblor de 8.1 grados de magnitud registrado el 7 de septiembre en el sur del país, que también se sintió en la capital mexicana y dejó 90 fallecidos.
Por El Financiero