Tadeo Márquez/Ultimátum
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A dos años de la partida del escritor y poeta chiapaneco, quien falleció la madrugada del 17 de septiembre de 2015 a causa de un problema respiratorio agudo, según datos revelados por familiares, su legado literario se mantiene vigente y continuará trascendiendo fronteras y al propio tiempo.
Hombre sencillo, amable y con el don de narrar historias interminables, Eraclio Zepeda dejó huella en la vida literaria no sólo de Chiapas sino del mundo.
“Laco”, como la mayoría de sus amigos lo conocía, dejó de existir a los 78 años de edad, había sido internado desde hace días a causa de un cuadro de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Eraclio Zepeda había recibido la medalla Belisario Domínguez unos meses antes, en una sesión solemne en el Senado, como merito a sus obras, en donde el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, le entregó en mano.
Para sus amigos la noticia de que “Laco” falleció fue literalmente difícil, dejando una huella en la comunidad literaria.
Eraclio Zepeda nació un 24 de marzo de 1937, Eraclio Zepeda inició su inclinación hacia la letras desde que estaba en la Escuela Camilo Pintado, donde editó un periódico al que bautizó como “Alma Infantil”, en el que plasmó sus primeros textos, consecuencia de las múltiples narraciones heredadas por parte de su padre y su abuelo, quienes también llevaban el nombre de Eraclio.
“Benzulul” es su primera obra completa, una colección de cuentos que él mismo reconoció, fue el parteaguas para darle la oportunidad y el reconocimiento como escritor.
El Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas (Icach) también fue otro de su primeros centro educativos, marcando su perfil destinado al arte del buen escribir y posteriormente consolidándolo al estudiar antropología en la Universidad Veracruzana (UV).
En su juventud tuvo la oportunidad de formar parte de los primeros proyectos del “Ateneo”, revista fundadora de grandes escritores, poetas y narradores chiapanecos.
Al formar parte de esa elite literaria compartió momentos con intelectuales como Óscar Oliva, recordando que con ellos se reunía durante la semana para compartir lecturas de sus escritos.
“Decíamos si tú me lees yo te leo”. Entre pláticas de amigos, tallereaban sus textos para criticarse en búsqueda de una sola cosa: la perfección.
Una de las etapas que lo llegó a marcar fue el irse a Cuba, en donde formó parte del Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes.
En la Universidad de Oriente de Cuba, tuvo la oportunidad de ejercer varios roles, catedrático, militar y escritor.
Vivió la revolución cubana en todo su apogeo, marcándolo totalmente en cada uno de sus ideales, dio clases a todo tipo de personas, desde universitarios hasta obreros.
Al tener un carácter inquieto hizo grandes amigos en ese país, conociendo a intelectuales y escritores como: Feliz Pita Rodríguez, Jorge Soler y Nicolás Guillén. El clima revolucionario lo empujó para la creación de su nuevo libro “Ásela”, el nombre de una mujer, del que se desprende: “Eres la mar profunda, habitada de sorpresas: hay peces habitados en tu vientre, sueños de marino en la baranda, viejos navíos sepultados en el fondo”.
En esa etapa también escribió “Compañía de Combate”, años en los que caminaba y disfrutaba de la Habana.
A sus 26 años y al tener popularidad y aceptación dentro de un círculo internacional, le sale la propuesta de dar clases en Pekín, China, la cual simplemente no la pensó, aceptándola inmediatamente.
Decidió regresar a México para despedirse de su familia y arreglar unos asuntos personales y conoce al amor de su vida, Doña Elva Macías, compañera de profesión y madre de su hija.
Confesó que el amor por ella fue inmediato, no había tiempo para pensarlo, le propuso matrimonio instantáneamente, casándose al día siguiente para poder viajar juntos a China y celebrar su luna de miel.
Pekín fue una ciudad que les dio la oportunidad de crecimiento profesional, dando clases, recordándolo como años fructíferos para la pareja.
Después se fueron a vivir a Moscú, Rusia, donde también aprendieron de ese aire de socialismo impregnado de la antigua Unión Soviética.
En la vida política Eraclio Zepeda fue creador del grupo de orientación campesina de la CONASUPO en 1967, fundando el Teatro de Orientación Campesina, donde habría de producir la radionovela San Martín de la Piedra y fundado el periódico mural “El Correo Campesino”.
Eraclio trabajó como corresponsal de prensa en Moscú, promotor cultural, comentarista de radio y televisión; director general de Radio UNAM, director del Festival Internacional de Cultura del Caribe y Embajador de México ante la UNESCO. Perteneció al grupo La Espiga Amotinada.
Fue premiado con la medalla conmemorativa del Instituto Nacional Indigenista, en 1980; Premio Xavier Villaurrutia, por Andando el tiempo, en 1982. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, desde 1994.
En sus últimos años de vida sus dos hogares fueron Tuxtla Gutiérrez y el Distrito Federal, viajando constantemente de un lugar a otro, dependiendo de sus compromisos.
Para quienes lo conocieron, saben que Don Eraclio era un hombre de mundo que siempre se presentó con gran sencillez y carisma.