Mientras que en Chiapas inició el proceso de sucesión de la dirigencia estatal del Partido Revolucionario Institucional, el CEN del PRI a través de su líder, Enrique Ochoa Reza, convocó a exgobernadores del partido a una reunión en la que en primera fila estuvo Roberto Albores Guillén, padre del actual líder del tricolor en Chiapas, Roberto Albores Gleason.
El periodo de Albores concluyó el 9 de agosto del 2015 y a pesar de las expresiones de repudio por parte de corrientes contrarias al Alborismo, la dirigencia nacional, se había negado a emitir la convocatoria, alargando de esta manera la permanencia de quien, se dice, impulsado desde el centro del país para ser candidato a la gubernatura del estado.
A la par de la reunión nacional se hizo publica en Chiapas la convocatoria a la sesión extraordinaria de la Comisión Política Permanente del Consejo Político Estatal, resaltando como uno de los puntos más importantes la determinación del procedimiento para elegir al Presidente y Secretario General del CDE 2017-2021 y solicitar el CEN del PRI expida la convocatoria correspondiente.
De esta manera, inicia el cambio de estafeta y de ser Albores el ungido para la candidatura a la gubernatura de Chiapas, su sucesor habrá de comulgar con sus intereses políticos y futuro inmediato, de lo contrario, serán otros los actores políticos que se impongan.
Al tricolor le queda claro que se avecinan tempestades, por eso seguramente, reúne a la vieja guardia priísta, ya que entre los asistentes destacaron exgobernadores de décadas anteriores, lo cual es un indicativo de la apuesta por la experiencia política pues los experimentos han fracasado.
Claro que si el PRI pretende mantener la unidad de la militancia, tendrá que decidir de manera acertada, primero, que la elección a la dirigencia estatal en Chiapas sea abierta y segundo, que el proceso sea lo más democrático y transparente posible, dando la oportunidad de que se inscriban priístas que puedan garantizar imparcialidad, pero sobre todo, unidad rumbo al 2018.