A bordo de una bicicleta vende flores en el primer cuadro de la capital. Es parte de las cifras de la pobreza y no tener acceso a la educación, todo, para apoyar en la construcción de su hogar en San Juan Chamula
Issa Maldonado/ Ultimátum
TGZ
David debería estar jugando en su triciclo, en su hogar. Pero no, la pobreza con la que ha crecido y vivido, lo empujaron a cambiar las horas de juego y estudio, por un trabajo con el que arriesga la vida.
Por la Avenida Central, a bordo de una bicicleta, David Gómez Shilón pedalea sin parar. Se cuela entre los automóviles, aunque los choferes ni lo alcancen a ver.
Es un martes y David, de cinco años, hace un parada en el Parque Bicentenario.
Echa candado a su bicicleta y lo asegura del poste de un señalamiento para discapacitados. Carga el florero con rosas rojas que todos los días vende en el primer cuadro del centro de la capital, porque esa vida es la que le tocó enfrentar.
David es parte de las cifras negativas: de la pobreza, de no tener acceso a la educación, salud y de trabajo infantil.
Las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), indican que, en Chiapas, 2.1 millones de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años son residentes de este estado sureño.
David, que no sabe leer ni escribir pero si aprendió los número y a sacar cuentas, es parte del 6.9 por ciento de los infantes que se ve obligados a trabajar.
David es acompañado por su hermano José de 9 años, quien también vende flores en una bicicleta que les fue comprada por su padre, un vendedor de raspados que regresó a Chiapas, tras haber emigrado a los Estados Unidos.
David y José son hijos de una madre y un padre que trabaja todos los días por más de ocho horas. El sueño de la familia es juntar 100 mil pesos para los ladrillos, cemento y arena con lo que edificarán su hogar, en San Juan Chamula.
Aunque las autoridades y organizaciones en defensa de los derechos de las niñas y niños señalan que la educación es fundamental para el desarrollo de los menores; la población de 6 a 14 años, que no asiste a la escuela es de 41.8 por ciento.
La familia de David es una de millones que no tiene acceso a seguridad social y vivienda, por lo que viven hacinados en una improvisada vivienda levantada con maderas y tapizada con lonas de propaganda electoral y políticos que recolectaron para cubrir como paredes.
El padre de David expuso que aunque su hijo trabaje, siempre se cuidan entre todos para evitar que los niños estén expuestos a desconocidos y con ello evitar que los rapten.
David tiene claro los sueños y las metas, es por ello que todos los días maneja su pequeña bicicleta.
El vendedor de flores, con solo 5 años, es uno de los 1.7 millones de menores que enfrenta la pobreza multidimensional –como lo señala el Coneval-, entendida como la situación de una persona que no tiene garantizado el ejercicio de al menos uno de sus derechos para el desarrollo social.