Dos terceros en discordia
Ángel Mario Ksheratto/Ultimátum
Con el engrudo hecho bolas, los aspirantes a gobernar Chiapas, dependen solo del tiempo tanto para dar muestras de civilidad, como de tener la oportunidad de aparecer en cualquiera de las boletas. No han dejado de lado las amenazas, los emplazamientos y los gritos, lo que ha generado reacciones de toda índole que revelan el grado de descomposición política en que se encuentra el proceso electoral.
No que estemos ante un panorama desconocido, sino que asistimos a una lucha entre intereses personales que, dadas las circunstancias que anteceden a la actual crisis, podría ésta, profundizarse y alcanzar, ahora sí, niveles de violencia alarmantes.
Y cuando hablo de situaciones anteriores, me refiero a las recurrentes acusaciones entre los dos principales políticos que pelean la postulación de una alianza rara, extravagante y por lo mismo, sucia. Roberto Albores Gleason y Eduardo Ramírez Aguilar, de una u otra forma, han insistido en culparse mutuamente de hechos de violencias en algunas partes de Chiapas.
Tienen razón; los dos son culpables directos de, por ejemplo, los muertos en Chenalhó y Oxchuc, por citar dos de los casos más sonados; lo mismo se les puede achacar el saldo rojo en Tila, Chilón, Comalapa y otras partes. Debemos tener presente que la espiral de violencia, se ha derivado de dos factores inocultables: la insatisfacción postelectoral y la negativa del gobierno de ministrar los recursos públicos en varios municipios.
Desde que los dos empezaron a posicionarse como posibles aspirantes, han hecho de todo para estorbarse, pese a los “acercamientos” que fingieron a instancias del gobernador. Han incurrido en acciones que han explotado en conflictos sociales y que nadie quiere solucionar.
Ya en condiciones de luchar por la nominación, vemos que ninguno tiene interés por buscar un acuerdo político satisfactorio. El trato que el PRI está dando a sus “aliados”, es vergonzante, humillante. Pretender obligarlos a aceptar reglas sacadas de mentes turbias, es adelantar un periodo de extrema violencia.
De hecho, Eduardo Ramírez se ha quejado de persecución y amenazas; no ha tenido empacho en señalar a la dirigencia estatal del PRI. Conociendo a Julián Nazar, nadie pone en duda los dichos del exsecretario de gobierno doméstico. Del lado de Albores Gleason, también han surgido acusaciones. Una, en el sentido que seguidores de Eduardo Ramírez, podrían estar detrás de algunos crímenes cometidos contra simpatizantes y representantes priístas en la zona fronteriza con Guatemala.
Ni a quien irle; en ambas partes, permea la soberbia. ERA y RAG, ya se sienten gobernadores. Obviamente, no están luchando en terreno parejo, en términos políticos aunque sí, desde la óptica financiera. Son los dos, inalcanzables, intratables…
Mientras ellos pelean a muerte un hueso, en esa extraña alianza, hay otros nombres que se barajan: Luis Armando Melgar Bravo y Enoc Hernández. Cualquiera podría ser el fiel de la balanza. Los dos, sin embargo, no están siendo vistos por la mayoría de chiapanecos. Luis Armando, es buen tipo, pero no tiene carisma y tampoco un discurso contundente, confiable.
Enoc, tiene arrastre entre la gente; ha encabezado actos multitudinarios interesantes, pero también carece de un discurso de fondo. Necesario habrá de ser que se aplique más en ese detalle. ¡Ah! Y que no se deje llevar por el canto de las sirenas. Es decir, que no se apantalle solito con las adulaciones. Político que se cree los elogios baratos, nunca será un buen estadista. Digo.
Tarjetero
* En eso de las sustituciones de candidatos, es muy probable que ni ERA ni RAG estén en las boletas. La negociación, nos dicen, está muy avanzada y los dos tendrán que apechugar. * Fiscales del Ayuntamiento, intimidaron ayer al gran Chele (Eleazar Domínguez), mientras documentaba el despojo a vendedores en el mercado. No entiende el alcalde en mantener su política de excesos y abusos. Y así quiere ser candidato a gobernador el señor Castellanos Cal y Mayor. ¡Dios nos libre! * Luego nos leemos.
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