“No es razonable que los hombres sean jueces de su propia causa”.
El padre del liberalismo clásico y uno de los grandes teóricos del Estado, el inglés John Locke propuso la idea deslumbrante de separar los poderes políticos y preservar para el individuo los derechos esenciales que le permiten vivir en armonía con la sociedad. Sus ideas y razonamientos fueron tan poderosos que son la inspiración para las constituciones modernas, en particular la de los Estados Unidos. Postulaba el pensador y filósofo que el poder del Estado no debería estar en manos de un solo individuo y que por tanto debería repartirse en tres funciones sustantivas, el poder ejecutivo, el judicial y el legislativo, este último conformado por representantes del pueblo, así la soberanía recaería precisamente en el pueblo.
Si bien estamos lejos que la soberanía recaiga en la sociedad, y nos encontramos más bien cerca de un partidocracia, lo que ocurrió en los últimos días en el escenario político es de gran trascendencia porque es una de las pocas ocasiones en que diversos grupos en el poder legislativo se unen para contravenir al poder supremo del Presidente.
El error del poder presidencial radica precisamente en una conducta común de los gobernantes, es una idea tan lejana como los tiempos de los imperios pero vigente porque sigue repitiéndose en la actualidad, dice el filósofo “todo el alcance de nuestro conocimiento o de nuestra imaginación, no va más allá de nuestras ideas, limitadas a nuestras vías de percepción” es decir, desde la presidencia se estarán preguntando: Cómo es posible que en la Cámara de Diputados, o los Partidos Políticos o la sociedad, no piensen como nosotros, ¡todos están equivocados dirán los flamantes especialistas presidenciales¡ en la realidad, los asesores presidenciales no son capaces de ver todo lo que está ocurriendo y esto los lleva a cometer más errores, empeñados en continuar con “las cosas que cuentan” ¡son jueces de su propia causa¡ no se percatan del reacomodo de fuerzas, de la insatisfacción popular, de la falta de instrumentos para preservar instituciones inoperantes en una realidad cambiante, de que los tiempos son otros muy distintos y no pueden gobernar con las mismas tácticas y estrategias. Insensibles a la desilusión popular, son incapaces de proponer nuevas e imaginativas formas de relaciones políticas, esto crea una coyuntura especial que tiene al menos cinco puntos destacables:
1.- La crisis legislativa se deriva de la falta de capacidad para mantener a cada actor político en un escenario que convenga a todos, esto se debe a la falta de definiciones y a lo poco confiable que resulta acordar con un presidente que suma a su debilidad de aceptación popular, la debilidad por la postulación del candidato de su partido y la incertidumbre del panorama tanto interno como externo.
2.- La formación del Frente Amplio Democrático que enlaza al PAN, el PRD y Movimiento Ciudadano, es resultado de la necesidad de hacer frente al movimiento de Morena que ha llevado la delantera mediática y las fuerzas frentistas estiman que se requiere actuar en consecuencia y rápido. Por eso la rapidez con la que Barrales, Anaya y Dante registraron el FAD, lo que ofrece ya una posibilidad más sólida para actores políticos como Monreal.
3.- Las presiones dentro del PRI para definir a su candidato y concertar la estrategia a seguir, son tan grandes que están provocando más confusión, y movimientos erráticos que exhiben a los protagonistas y provocan confrontación interna, síntoma de falta de liderazgo. Esto ocurrió con las defensas a ultranza de Cesar Camacho que quedaron en declaraciones rebasadas y sin sentido.
4.- Los panistas que optaron aliarse en estrategia con el PRI, han quedado tan expuestos que rayan en la ridiculez histórica, resulta inconcebible que alguien que pretendió ser candidato a la presidencia como Ernesto Cordero, haya sido impuesto en el Senado con el voto del partido que combatía y con el nulo apoyo de sus correligionarios.
5.- Al ceder el Presidente a no continuar con su propuesta para heredar al fiscal nueve años más, motivará a mayores descontentos al interior de su partido pues sentirán el temor y el abandono. Esto precipita cambios y reacomodos en el poder y el deber político por definir a su candidato, si aún quiere que sea competitivo.
Por supuesto, ganan los frentistas su primera batalla y se perfilan para consolidarse en una posición estratégica. Es predecible que en los próximos días anuncien los mecanismos de elección de su propuesta y comiencen a aparecer nombres para la posible postulación frentista.
Por nuestra parte, como ciudadanos, también ganamos porque avanzamos en el ideal democrático de John Locke, “el poder legislativo se ha impuesto sobre el poder ejecutivo” requisito indispensable para la construcción democrática.