Elecciones, entre la violencia y el ridículo
Víctor Fabián rumaya Farrera/Ultimátum
Los políticos son obtusos y cuando sus ojos brillan, su luminosidad es sospechosa”, el Águila y la Serpiente. Martín Luis Guzmán.
Las campañas políticas que culminarán con la jornada electoral del próximo 6 de junio han estado marcadas por la violencia política. Si bien es cierto, que la competencia política en nuestro país ha sido en diversos episodios una arena de lucha san- grienta, también lo es, que en los años recientes con la aparición de partidos políticos de competencia y con la construcción de instituciones electorales ciudadanizadas y autónomas, la disputa por el poder se ha canalizado por causes razonablemente pacíficos. No obstante, estas elecciones se han teñido de sangre a un nivel de verdad preocupante.
El Cuarto Informe de Violencia Política presentado por la Consultora Etellekt este 5 de mayo describe cómo la violencia política ha invadido la escena nacional. Consulta: El número de asesinatos de actores políticos ha superado con 29.5% al ciclo electoral intermedio de 2015; las agresiones globales superan con 64% al período más violento que corresponde a la elección de 2018. se han registrado 476 hechos delictivos contra políticos y candidatos resultando 443 víctimas, 79 de ellas mortales, 12 de las cuales eran mujeres. La violencia política se ha extendido a familiares, amigos, equipo de campaña y funcionarios públicos.
Entre los actos de violencia se encuentran las amenazas de muerte, actos de intimidación; privación ilegal de la libertad, lesiones y homicidio consumado. Veracruz, Guerrero, Oaxaca, Michoacán y Puebla son los cinco estados con más asesinatos. El partido político con más víctimas mortales ha sido el PRI con 15, seguido de Morena con 13. El bloque opositor a morena concentra el 49% de las víctimas. A poco más de dos semanas de las elecciones, la violencia política ha superado todos los números históricos.
La violencia política que ahora se vive, está regresando al país a los tiempos de las confrontaciones por el territorio; el dominio por los cacicazgos y las disputas a ritmo de plomo y sangre del siglo pasado.Cabe recordar que desde el periodo revolucionario los traspasos de poder se definían por disputas de sangre. Para hacer un recuento corto basta traer a la memoria las elecciones de julio de 1910 en las cuales Porfirio Díaz obtiene el triunfo oficial con el 98.5 % de las preferencias, pero destapa la contienda antirreeleccionistas que enarbola Francisco I. Madero, que se convertirá, años más tarde en la Revolución Mexicana, dejando un saldo de más de dos millones de fallecidos. A partir de esa fecha se abren nuevos episodios de violencia. Casi todas las disputas electorales terminarán en asesinatos. “La Tragedia de Hitzilac” 3 de octubre de 1927, en realidad una matanza a los generales Francisco Serrano, Carlos A. Vidal y varios diputados que luchaban contra la elección de Plutarco Elías Calles y la imposición de Álvaro Obregón “el Caudillo” casi un año después, el 17 de julio de 1928, Álvaro Obregón quien había convencido a los diputados de cambiar la Constitución para reelegirse, es asesinado por un religioso José de León Toral, que se hace pasar por dibujante y descarga el revolver en el recién electo Presidente.
El 17 de noviembre de 1929 se llevaron a cabo las elecciones extraordinarias, por el oficialismo con el recién creado Partido Nacional Revolucionario se presentó el General Pascual Ortiz Rubio, por el opositor Partido Nacional Antirreleccionista se presentó el ex secretario de Educación Pública y ex Rector de la UNAM, José Vasconcelos quien se quejó de haber sufrido asesinatos de sus seguidores en distintas ciudades, algunos casos ampliamente documentados.Los años siguientes será de intensas luchas electorales donde se instaura el fraude sistemático, con un partido en el poder que canaliza las disputas o más bien la institucionaliza. El PNR, después transformado en PRM y finalmente en PRI, do- minó la escena electoral. Con candidatos oficiales y la oposición reprimida en casi todos los procesos electorales siguientes.
Recordemos los movimientos jaramillistas en la época cardenista; la campaña y alzamientos del General Almazán en 1939; que terminaron con una gran matanza el día de las elec- ciones, acción comandada por el cacique Gonzalo N. Santos. La siguiente elección, en 1946 llega a la presidencia Miguel Alemán, proceso electoral que está marcado por la misteriosa muerte de Maximino Ávila Camacho, hermano del presidente en funciones y virtual candidato a sucederlo en la presidencia, deceso que ocurre a tan solo unos días de su designación formal.
Para 1952 el candidato oficial Adolfo Ruiz Cortines, a Miguel Henríquez Guzmán, durante la campaña y al conocerse los resultados se presentaron diversos alzamientos que fueron reprimidos con severidad. Este episodio es importante porque anula la competencia política electoral y abre una etapa de movimientos guerrilleros que se recrudecen ante la presencia de elecciones, entre ellos, Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, en Guerrero; la guerrilla de la Liga Comunista 23 de Sep- tiembre; la aparición de partidos políticos clandestinos, el Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo y los movimientos en el centro del país que terminan en las represiones de 1968 y 1971. Lo años setentas se presenta la llamada guerra sucia que consistió en la desaparición y desarticulación de la oposición.
En 1986 el Frente Democrático Nacional encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Herberto Castillo entre otros líderes, hacen frente al PRI, en esta contienda se presentaron varios asesinatos al equipo de trabajo del frente opositor y aún después de las elecciones de 1988, la violencia política continuaría contra los integrantes de la oposición. El asesinato del candidato del PRI a la presidencia Luis Donaldo Colosio el 23 de marzo de 1994 y el asesinato de Francisco Ruiz Massieu Secretario General del PRI en septiembre de ese año, se convierten en el inicio de una crisis política caracterizada por la violencia al interior del propio partido en el poder.
Este próximo 6 de junio se llevará a cabo la contienda electoral más grande por el número de puestos en disputa. Mientras la violencia aumenta, algunos candidatos solo atinan a campañas frívolas y ridículas, desde el poder se confronta las instituciones electorales y los partidos políticos exhiben sus debilidades. Las campañas transcurren con escasísimas propuestas, hay más mentadas de madre que propuestas, más bailes ridículos que acercamiento con los ciudadanos, más avance de los grupos de la delincuencia organizada que presencia del Estado. En fin, estas elecciones serán una gran estadística de violencia política. Algo que los ciudadanos debemos rechazar contundentemente. Digamos a todos los políticos y al gobierno en todas sus esferas, que rechazamos la violencia, que los ciudadanos optamos por la paz y el entendimiento político.
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