¡No puedo respirar!
V. Rumaya Farrera/Ultimátum
En la tarde del pasado 25 de mayo, un hombre afroamericano de 46 años, recién desempleado por la crisis de la pandemia acudió a comprar cigarrillos, el dependiente de la tienda creyó que el billete que estaba dando era falso, llamó a la policía que llegó en uno minutos, los agentes, hombres anglosajones, con pistola en mano detienen a George Floyd, tras esposarlo lo introducen a la patrulla, luego lo sacan y un agente lo somete colocando su rodilla en el cuello. La súplica desesperada del hombre sometido es ”por favor, déjame no puedo respirar” es un grito angustiante como se puede ver en el video, varias veces suplicó estando sometido sin que el agente y sus compañeros policías hicieran algo por escucharlo y salvar su vida. Minutos después queda inconsciente y es declarado muerto en una clínica local. Las imágenes son tan descriptivas y representativas de la indiferencia y brutalidad policiaca que desatan de inmediato protestas en la ciudad de Mineapolis, Minessota, para el amanecer, la comandancia y varios edificios de los alrededores se encuentran incendiados por la turba que se había lanzado a las calles a protestar. En la mañana siguiente, un muy desafortunado Twit del Presidente Trump, termina por indignar a la comunidad afro americana y se encienden los ánimos.
En los Estados Unidos, las acciones de brutalidad y racismo son frecuentes contra las minorías. Algunos de los antecedentes en la historia reciente, son los hechos ocurridos en Los Ángeles en 1992, cuando la policía de ese condado asestó una paliza despiadada a un miembro de la comunidad afroamericana, el taxista Rodney King; o bien los abusos policiacos en la ciudad de Nueva York en 2014 que provocaron la muerte de dos miembros de la comunidad afroamericana; también se recuerda, la muerte de Michel Browm en Missouri; en 2016. Pero la brutalidad policiaca y los actos de racismo no se limita a la comunidad afro, en realidad todas las minorías sufren de abuso en la “orgullosa democracia de occidente” Lo que hace más evidente las protestas de la comunidad afro, es porque gran parte de ellos son ciudadanos americanos y en el caso de las minorías latinas, difícilmente pueden protestar por su condición de ilegales. Lo que ha ocurrido ahora es que diversas minorías e incluso personas blancas están saliendo a protestar airadamente. Este asesinato policiaco se está convirtiendo en un fenómeno social de protesta que supera las fronteras del racismo e incorpora otras variables igual de trascendentes.
Por supuesto el momento en que nos encontramos es fundamental para comprender tanto las manifestaciones como la respuesta de las autoridades. El mundo se encuentra batallando con una pandemia sin precedentes por el tamaño de su expansión y por la profundidad de sus consecuencias. Tan solo en Los Estados Unidos, han muerto más de cien mil personas han perdido la vida en estos tres meses de pandemia; 35 millones de personas han perdido su empleo en ese país; miles de empresas han cerrado sus operaciones; la confrontación del Presidente Trump con diversos instituciones como la OMS, los medios de comunicación; las organizaciones medioambientales y tantas otras con las que se ha enfrentado a través de Twits y declaraciones inconcebibles; el conflicto con China que está escalando a niveles donde el discurso ya ocupa términos bélicos; y, además, en 150 días tendrán elecciones presidenciales. Todo esto hace que se conforme un escenario ideal de confrontación, en el cual, los reclamos de grupos deprimidos económicamente; personas aterradas con la pandemia; desempleados; y claro, actores políticos que encuentran una bandera adecuada.
Por lo pronto, al menos treinta ciudades de los Estados Unidos se encuentran convulsionadas por numerosas concentraciones de manifestantes que han repudiado el asesinato, diversos ataques a las estaciones de policía, patrullas incendiadas, así como a instalaciones de seguridad, 35 policías lesionados, varios centenares de manifestantes detenidos y un número de muertos no definido es el saldo hasta la fecha de estas protestas. Diversos líderes del mundo del deporte, de la política, de la cultura y de otras esferas han condenado fuertemente estos hechos. La respuesta oficial ha sido la represión y el toque de queda en varias ciudades.
No es desmesurado anticipar que estas manifestaciones de descontento se van a incrementar, que se van a expandir a varias ciudades más y tampoco es descabellado pensar que la respuesta será con más fuerza del Estado. pronto veremos a la guardia nacional, patrullando calles y tanques recorriendo algunas ciudades emblemáticas de los Estados Unidos. Es necesario que esta crisis se atienda en el contexto de la crisis mayor: la de la pandemia, la de la desesperanza en la que millones de estadounidenses han caído estrepitosamente por causa del mal manejo que han tenido de la pandemia. En las próximas manifestaciones veremos con seguridad, a minorías raciales, blancos desempleados, organizaciones ambientalistas, estudiantes de clase media y otros grupos, acompañar a los grupos anti raciales porque el grito desesperado de George Floyd parece ser el grito de millones, una paradoja de los tiempos actuales: ¡No puedo Respirar!
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