“A diario le doy las buenas noches y los buenos días. Nunca se deja de ser madre”, cuenta la mujer.
Tom Keating nació cuando su madre apenas tenía 18 años y jamás se casó ni se separó de ella hasta que su avanzada edad lo obligó a mudarse a una casa de ancianos para recibir las atenciones médicas que Ada ya no podía brindarle.
Acostumbrada a estar junto a su hijo, un año después la mujer preparó sus maletas y se presentó en el asilo para apoyar en lo que le fuera posible y pasar el tiempo que les quede con vida unidos.
“Me apenó no poder atender en casa las necesidades de Tom. Es maravilloso que hayamos podido reunirnos otra vez”.
Aunque es el personal quien cuida de ambos, pasan todo el tiempo viendo televisión y charlando, como en los viejos tiempos. “A diario le doy las buenas noches y los buenos días. Nunca se deja de ser madre”, confiesa la mujer, que todavía regaña a Tom de vez en cuando.
Con información de ABC.