La colindancia entre estos tres estados se ha convertido en un triángulo de la muerte para centroamericanos: asaltos, violaciones, secuestros y homicidios. Lo ocurrido en Texas, no se compara con lo que ocurre en el sur de México.
La tragedia ocurrida en San Antonio Texas, dentro de territorio estadunidense, donde 10 inmigrantes murieron asfixiados dentro de la caja de un tráiler, podría no ser más grave con lo que ocurre en el llamado “triángulo de la muerte” conformado por las colindancias entre Veracruz, Tabasco y Chiapas, donde se vive un verdadero infierno para aquellos que van en busca del sueño americano: asaltos, secuestros, violaciones y homicidios están al día, pero el Estado Mexicano lo ignora y alimenta la impunidad.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), documenta, desde abril de 2010, secuestros masivos de migrantes centroamericanos, un alto porcentaje son mujeres que son explotadas sexual y laboralmente en los estados de Oaxaca, Chiapas, Tabasco y Veracruz, pero es en las colindancias de las tres últimas entidades en mención donde ha crecido de manera alarmante los delitos contra indocumentados.
Antecedentes
Las Choapas, municipio veracruzano, colindante con Tabasco y Chiapas, tiene graves antecedentes en abusos y muertes de migrantes centroamericanos.
El 21 de mayo de 2001, en un paraje solitario de la autopista Raudales-Las Choapas, que aún estaba en construcción en ese entonces, fueron localizados los cuerpos putrefactos de cinco personas que murieron asfixiadas dentro de un compartimiento secreto de la plataforma de un tráiler.
De acuerdo con los antecedentes periodísticos, hubo dos sobrevivientes que relataron el infierno, esto, porque lograron alertar al conductor de las malas condiciones físicas en que se encontraban; se presume que el mismo chofer del tráiler alertó a las autoridades y abandonó la plataforma con los cinco cadáveres; una mujer y cuatro hombres, además de dos sobrevivientes que fueron rescatados en condiciones graves.
Los siete indocumentados que intentaban llegar a Estados Unidos iniciaron su recorrido un mes antes de la tragedia, partieron de Guatemala, ingresaron a territorio mexicano y caminaron bastante tiempo sobre una carretera desconocida para ellos, encontraron el tráiler y pidieron al conductor que los trasladara a la Ciudad de México, quien accedió mediante el pago de 6 mil pesos que lograron reunir entre los siete.
Para burlar la vigilancia migratoria, los ilegales y el transportista abrieron un compartimiento secreto en la reducida plataforma de acero, cerca de las llantas traseras, y lo sellaron con soldadura, sólo abrieron un orificio para que los “pasajeros” pudieran respirar; sin embargo, el oxígeno era insuficiente y terminaron perdiendo la vida cinco de ellos en territorio choapense.
Peligrosa ruta
El tramo Francisco Rueda-Las Choapas es una de las rutas más peligrosas para centroamericanos que utilizan el ferrocarril para desplazarse en busca del ‘sueño americano’, ya que operan bandas delincuenciales que despojan de sus pertenencias a los migrantes, y de acuerdo con testimonios de propios sobrevivientes, algunos han sido arrojados del tren en movimiento, por lo que no descarta que entre la maleza haya osamentas de cuerpos que nunca se encontraron al ser una zona boscosa de lado a lado.
Se trata de 45 kilómetros de vías que comprende del poblado Francisco Martínez Gaytán-Francisco Rueda, Tabasco-Las Choapas, que de acuerdo con los propios pobladores de esa región, en 2015 fueron al menos 10 migrantes asesinados en un lapso de dos meses, por lo que las familias que habitan a orillas de las vías del tren viven aterrorizadas.
Lancheros que habitan en la comunidad de Tembladeras, distante a unos 40 minutos de la congregación San José del Carmen, relatan que “si las autoridades revisaran esa zona, a los lados de las vías del ferrocarril encontrarían restos humanos que hace meses o años quedaron ahí tirados, porque hay testimonio de ilegales que han pasado corriendo por las casas que dicen que los arrojan desde arriba del tren si no pagan la cuota que les piden”.
PRESENCIA cuenta con antecedentes que coinciden con esos testimonios, ya que mujeres y hombres centroamericanos han sido víctimas de vejaciones sexuales y asaltos arriba del ferrocarril, algunos que se han opuesto, han sido arrojados del tren en movimiento, personas que al caer entre pantanos, arroyos o zonas boscosas no son auxiliados por nadie.
Pagar a la mafia o morir
Las cifras de extorsiones, abusos sexuales y masacres de migrantes no tienen límite; en esta región colindante entre Veracruz y Tabasco, los indocumentados sufren cotidianamente una vida de terror, donde sólo tienen dos opciones: pagar a la mafia o morir.
Margarita Núñez, asistente del Programa de Asuntos Migratorios de la Universidad Iberoamericana, identifica puntos rojos en la ruta de los migrantes y señaló que la zona más crítica es la frontera entre Tabasco y Veracruz, “donde están sucediendo las mayores agresiones a migrantes”.
Asimismo, Alejandro Solalinde, defensor de migrantes, ha manifestado en repetidas ocasiones que los migrantes son un botín para la delincuencia y también para las policías estatales y federales. Asegura que Veracruz es el estado más peligroso para el paso de migrantes, que no les ofrece seguridad y donde se permite impunemente el cobro de los 100 dólares en cada parada de tren.
Mujeres ultrajadas sexualmente
Existen otros testimonios que han sido documentados por este medio informativo, como el ocurrido el viernes 28 de marzo de 2014. Procedía el tren número 1843 de Palenque, Chiapas, con destino a Coatzacoalcos, sobre su lomo viajaban migrantes, todos de Centroamérica.
Era de madrugada, pasadas las 3:00 horas, cuando apenas habían dejado el municipio de Chontalpa, en Tabasco, súbitamente, 15 hombres armados abordaron el ferrocarril y amagaron a todos. Los obligaban a entregar lo que tuvieran. Pero esta vez no iban por la cuota, por los 100 dólares, el derecho de piso, iban por todo.
Les quitaron cuanto traían. A los hombres los golpeaban con saña. Cuatro mujeres, por lo menos, fueron violadas.
De los 15 asaltantes, varios vestían ropa negra, presuntamente uniformes y botas de policía, según el relato de los agraviados horas después ante las autoridades.
Unos y otras suplicaban clemencia, alguien que se apiadara de ellos. Víctimas del pánico, pedían parar la violencia.
Cuando el tren disminuyó su marcha, en San José del Carmen, los asaltantes se mezclaron con los migrantes, amenazaron a todos, si alguien hablaba pagaría con su vida, toda vez que en Tancochapa, dentro de la zona urbana de Las Choapas había vigilancia policiaca.
Tres mujeres y algunos hombres lograron saltar de “La Bestia” y escapar; más tarde relataban a este medio informativo el infierno que vivieron, ya no se pudo hacer nada, el tren quizá ya había llegado a Coatzacoalcos.
Ataque mortal
En abril de 2015, ocurrió un ataque mortal; el tren fue prácticamente secuestrado por un grupo delincuencial conformado por centroamericanos y mexicanos; abusaron sexualmente de mujeres, asesinaron a dos migrantes y balearon la locomotora cuando el operador se negó a parar antes de llegar a la comunidad San José del Carmen.
Seguridad Pública del Estado realizó un operativo y logró la detención de nueve involucrados, entre ellos un menor de 13 años de edad, originario de Guatemala, de nombre Fernando Gómez Munguía, el cual fue señalado por los agraviados de dar órdenes a los sicarios para darle muerte a los migrantes que se resistían al asalto o vejaciones.
Entre los vagones fueron encontradas armas tipo escuadras y machetes con los que la banda delincuencial mantuvo amagado a los migrantes durante la madrugada.
Casos como éstos son repetitivos, muchos ni se conocen porque ocurren en parajes solitarios y aunque grupos defensores de los derechos de migrantes han exigido reforzar la seguridad en la zona fronteriza de Veracruz, Tabasco y Chiapas, el Estado Mexicano se hace de oídos sordos, permitiendo que crezca la impunidad.
Por Presencia